
Versículos bíblicos para fortalecer el espíritu
A veces nos golpea una vida que nos parece demasiado fuerte. ¡Qué bueno es saber que tenemos la fuerza que Dios da a todos los que lo aman!
Nosotros, los hijos de Dios, no estamos solos bajo ninguna circunstancia. Deuteronomio 31: 8 dice: “El Señor mismo marchará delante de ti y estará contigo; nunca te abandonará ni te desamparará. No tengas miedo ni te desanimes.
El Señor nos acompaña y nos adelanta. Él es nuestra fuerza en todo momento y podemos confiar en él. Veamos algunos versículos donde encontramos la fuerza para enfrentar tiempos difíciles.
1. Dios nos apoya
No temas, porque yo estoy contigo; no te preocupes porque yo soy tu Dios. Yo te fortaleceré y te ayudaré; Te apoyaré con mi diestra victoriosa.
(Isaías 41:10)
No debemos tener miedo ni sufrir. Dios está con nosotros en cada situación y nos apoya con su diestra victoriosa. Sabemos que ha ganado la batalla, nuestra vida le pertenece para siempre. Independientemente de las dificultades que enfrentemos, su mano nos sostiene para que podamos avanzar, sostenidos por él. Confiemos siempre en su poder.
2. Contamos con la ayuda de Dios

Dios nos da la fuerza que necesitamos en medio de nuestras dificultades y pruebas. Nos rodea con un escudo protector, podemos confiar en que su ayuda y su defensa llegarán en el momento oportuno. No olvidemos ofrecerle cánticos de acción de gracias por todo lo que hace por nosotros.
3. Su poder está en nosotros
Pero él me dijo: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por eso, prefiero mostrar mis debilidades para que el poder de Cristo permanezca sobre mí. Por tanto, me alegro de las debilidades, insultos, renuncias, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
(2 Corintios 12: 9-10)
Podemos aprender algo nuevo en cualquier situación. El apóstol Pablo también tuvo enfermedades y dificultades, pero aprendió a regocijarse en medio de ellos. Lo insultaban, lo perseguían, sufría mucho por el amor de Cristo, pero sabía que Dios nunca lo abandonaría. Como Pablo, nosotros también tenemos el poder de apoyo de Dios para renovar nuestras fuerzas y ayudarnos a permanecer en Él.
4. Nuestra herencia

Si nos enfocamos en nosotros mismos, nuestros cuerpos frágiles y nuestras imperfecciones, nos desmayaremos. Recibimos fortaleza cuando miramos a Dios, Su poder y la herencia de la vida eterna como Sus hijos. Nuestros problemas aquí son temporales, pero nuestra herencia es eterna, llena de salvación y gozo. Todo lo demás quedará atrás para siempre.
5. Dios no se cansa
¿Tu no sabes? ¿No te has enterado? El Señor es el Dios eterno, el creador de los confines de la tierra. No se cansa ni se cansa, y su inteligencia es insondable. Fortalece al cansado y aumenta la fuerza del débil.
(Isaías 40: 28-29)
A veces nos resulta difícil comprender la grandeza y el poder de Dios. Debemos recordar que él es el creador de todo, que nos conoce por completo y está atento a todo lo que está sucediendo. Trabaja todo el tiempo para sus hijos, no descansa ni de día ni de noche. En cualquier momento, podemos acudir a Dios para que nos dé nuevas fuerzas y nos ayude en nuestro trabajo diario. Nada lo sorprende, mira a toda la Tierra, y su mano está lista para trabajar por quienes le temen.
6. El gozo de Dios nos fortalece

Muchas veces nos desanimamos cuando vemos la magnitud de nuestros problemas e incluso podemos sentir que estamos perdiendo la esperanza. Debemos estar cerca de Dios y pedirle que nos renueve con su alegría, que nos ayude a enfocar nuestra mirada en su poder y fuerza que él nos da. El gozo del Señor no es un gozo pasajero, sino una certeza de paz y confianza que nos impulsa a seguir adelante con la convicción de que Dios obrará.
7. Podemos refugiarnos en Dios
Busque refugio en el Señor y en Su fuerza, busque siempre Su presencia.
(1 Crónicas 16:11)
Nuestras luchas y dificultades no deben paralizarnos. Debemos buscar activamente la presencia de Dios porque allí encontramos la nueva fuerza que necesitamos. Dios es nuestro escape y, siendo un buen escape, nos protege de los ataques enemigos. En ningún momento dejemos de acercarnos a Él en oración para recibir un bálsamo refrescante y renovador que nos anime a continuar y perseverar.
8. Dios es más grande que las circunstancias

Nos sentimos abrumados al contemplar las circunstancias que nos rodean. Debemos aprender a enfocarnos en la grandeza y el poder de Dios porque no hay nada, y no hay nadie más grande o más poderoso que Él. Incluso en medio de terremotos, huracanes y otros desastres, podemos experimentar la paz de Dios que proviene de la plena confianza de que estamos en Sus manos y de que Él tiene el control de todo.
9. No dudemos de la fidelidad de Dios
Pero el Señor es fiel, los fortalecerá y los protegerá del maligno.
(2 Tesalonicenses 3: 3)
En todas las circunstancias, debemos recordar que Dios siempre es fiel. Otros pueden fallarnos, pero Él nunca nos fallará. Sabemos que al recurrir a él, nos da la dosis de fuerza y protección que necesitamos para seguir adelante. De él obtenemos la fuerza física, espiritual o emocional para poder progresar y ganar en su nombre.
10. Mi fuerza viene de Dios
Los hijos de Dios pueden desarrollarse en cualquier situación porque nuestra fuerza proviene de Dios. El apóstol Pablo vivió en medio de la necesidad y también en la abundancia. Pero permaneció firme y gozoso todo el tiempo porque fue apoyado por la presencia y el poder de Dios. Tenía claro su vocación y misión y, sobre todo, sabía en quién confiaba.
Como él, podemos vivir con la plena confianza de que lo que Dios trae a nuestras vidas y lo que no es siempre es lo mejor. Podemos confiar sabiendo que Él siempre nos dará la fuerza necesaria para continuar y cumplir la obra que se nos ha encomendado.